Siguiendo la linea "cuenta lo que te ha pasado" de estos últimos post en Ciudad- Mi propio mundo, y para terminar, hoy le toca el turno al estelar viaje a Menorca realizado hace unos días.

Cuando uno llega de una boda, se puede decir, que uno tiene un cuerpo extraño, y más cuando se levanta habiendo dormido dos horas y se despierta a timbrazos por que el taxista que venía a buscarte para llevarte al aeropuerto a las 5 de la mañana no sabe que te has dormido y está cansado de esperar. Gracias señor taxista madrugador por que sin su insistencia no habría habido viaje!!!

Así que batiendo el record mundial de menor tiempo en levantarse de la cama, vestirse, cerrar la maleta y lavarse la cara (aunque ahora dudo mucho si lo hice o no) partí con mi guapa acompañante, que por cierto, creo que tampoco se lavó la cara, dispuesto a conocer a unos nuevos amigos (y a su precioso niño) y a pasar un par de días haciendo la fotosintesis al sol de "ses illes".

Cuando uno se levanta con el pie izquierdo, o en su defecto, con la velocidad y el estres del que llega tarde, sabes que algo no va ir perfecto y así lo parecía cuando el piloto dijo por megafonía desde la cabina:

- Señores pasajeros, les habla el capitán. Me informan que hay mucha niebla en la isla. Intentaremos aterrizar y si no podemos por la falta de visibilidad, volveremos a Barcelona

Comienza el descenso a ritmo muy pausado. Parecía que el avión casi ni se movía, como si tuviese los motores parados y descendiese lentamente luchando contra la gravedad en dirección a una gruesa capa de nubes (con cara de muy mala leche). Cuando ya casi las tocaba, acelerón hacia arriba y vuelta a Barcelona. Primer aterrizaje. El capitán informa de que el tiempo ha mejorado y que respostaremos en pista para volver a "intentarlo". Vuelta otra vez a la isla, esta vez sin ningún problema, salvo que fue el segundo aterrizaje en menos de una hora sufrido por un estomago perjudicado por "comercio y bebercio" que se produce en cualquier boda, y por un cuerpo falto de sueño. Cuando por fin se abrió la escalerilla y mis pies tocaron tierra, me tuvieron que agarrar cuando, a grito de "Habemus suelo", me dirigía a besar el asfalto lleno de aceite y gasolina.

Una vez allí he pasado dos días geniales conociendo a dos personas maravillosas a las que he podido admirar por su valor en la vida, sus interesantes conversaciones y su agradable hospitalidad, entre otras cosas tan buenas como esas. He disfrutado viendo cosillas de la isla, visitando alguna playita, paseando y charlando mucho con la paz y tranquilidad que da la brisa marina de una isla a la que tengo que volver para experimentar más (yo quiero una casita blanca en la playa!!!!), aprendiendo datos culturales muy interesantes, como la fiesta de los caballos llamada "Jaleo" o la elaboración de "La pomada" -1 cuarto de ginebra xoriguer, 3 de schweppes o kas de limón, nunca fanta, se mete en el congelador hasta que se haga granizado y dejar que repose 5 minutos antes de beber (lo escribo aquí para que no se me olvide jejeje)-. Sin duda, hay que volver con más tiempo. Me lo apunto en un post-it.

El viaje de vuelta fue un poco triste pero más tranquilo que el de ida. Gracias señora niebla por dejarnos aterrizar tranquilos a la primera.

P.D. Este post se lo dedico a esas dos personas (y a su niño) que nos acogieron con toda confianza en su casa y nos atendieron tan bien. Un abrazo de corazón.