En una de las ultimas asambleas vecinales de un edificio cualquiera de cualquier ciudad, alguien propuso que se prohibiese la mal llamada propaganda en los buzones de la finca. Fue un comentario que se dejó caer así, sin más. Algunos miraron hacia el suelo, otros asentían con la cabeza con gesto paterno-comprensivo, incluso hubo quien secundó semejante propuesta. De momento todo quedó ahí, pospuesto para otra reunión vecinal rutinaria, sin temas importantes que debatir.

Como administrador principal de Ciudad- Mi propio mundo quiero decir que no me parece una buena idea la supresión y criminalización de esta práctica laboral, sustento de numerosos estudiantes universitarios, entre otras personas, capaces de patearse las calles, llueve o granice, para que nosotros otorguemos cierta funcionalidad a nuestros buzones. No puedo comprender que es lo que lleva a la gente a repudiar los bonitos papeles coloreados que se encuentran diariamente al abrir ese pequeño receptáculo privado. Será que ha vuelto la psicosis del Antrax? Será que no admiran el trabajo de los cientos de publicistas que redecoran asiduamente nuestras vidas con sus ideas y mejorando nuestras economías con las ofertas de las empresas que les contratan? O quizá les sobra tanto el dinero que se pueden permitir el lujo de ir a comprar a cualquier supermercado sin saber a como está el kilo de alfalfa?

Sea lo que sea lo que lleva a esta gente a demonizar esos papeluchos incómodos, desde Ciudad- Mi propio mundo quiero romper una lanza a favor del mundo del buzoneo exaltando el gran bien social que ocasiona a muchísimas personas.

Hoy en día, ya nadie recibe más cartas que las del banco -que por cierto, también traen publicidad y encima te las cobran-, las invitaciones de boda y algún christmas de esas personas que aún creen en la Navidad. Aquel romántico acto de esperar con ansia al cartero del barrio se ha perdido, no nos engañemos. En el presente, los buzones se sustentan de panfletos ofertantes de productos de supermercado, cadenas de comida rápida, tiendas de muebles, compra-venta de pisos y catalogos del VENCA. La publicidad en nuestros buzones son las cartas de amor del siglo XXI, y quien diga lo contrario es que aún vive anclado en "Cuentame". Nadie puede negar la tristeza que a uno le embarga cuando abre su buzón y no encuentra nada, ni siquiera una misera cuartilla fotocopiada con la frase "Compro piso en esta zona. Solo particulares".

Ese espacio de tiempo que transcurre desde que abrimos la puerta de la entrada del edificio donde malvivimos, hasta que subimos esos 5 pisos sin ascensor, se hace más largo cuando no tenemos en nuestras manos la revista del plus con los estrenos del mes (siempre que consigas que no te la haya robado antes un vecino), los nuevos modelos de ordenadores del Carrefour, o los desorbitados precios de los pisos de nuestro barrio. Es grande la labor social de estas empresas en la lucha contra uno de los actos más aburridos de nuestras vidas: el subir las escaleras después de una dura jornada de trabajo. Por que uno, en el ascensor, puede hablar con un vecino, pero subiendo las escaleras, y sobretodo si se es fumador, a ver quien se atreve a perder la concentración respiratoria para comentarle a un vecino el tiempo tan loco que hace últimamente.

Y que decir de esa edad tan dificil en la que uno está en la universidad; cuando uno es demasiado viejo para vivir de sus padres pero demasiado joven para la emancipación; cuando el ocio gasta más, que el tiempo que disponemos para ganarlo. Trabajar repartiendo propaganda es la salvación de más de un adolescente que suspira por un futuro mejor. Así que desde esta humilde ciudad, comenzamos una lucha despiadada contra los detractores de este gran servicio humanitario.

Los buscaremos, los localizaremos, sabremos donde viven, conoceremos la capacidad cúbica exacta de sus buzones y el día menos esperado, les echaremos publicidad doble!!!! Están avisados.

Espero que todo esto os haga reflexionar a más de uno, y sobretodo a usted, señora de cara agria, cuando llamen al timbre de su casa desde el portal a grito de "Correo comercial", abra sin pensarselo; cuando salga del metro y le ofrezcan un papelito, cójalo sin miedo. Podría ser su hijo.

P.D. Publicidad y propaganda no son lo mismo pero mi madre no lo sabe.